jueves, 15 de noviembre de 2007

Un viaje al interior de nuestros sentidos


La vida es, también, el “puro teatro de la creación colectiva,
en el cual cada acontecimiento sucede sólo una vez y nunca más”


Lazos Grupales es una iniciativa de Carla Nicola y Natalia Constanti, dos psicólogas rosarinas que a través del psicodrama invitan a participar y compartir la experiencia de los talleres vivenciales; donde el juego es la consigna y el reencontrarse con el instinto y la espontaneidad, el objetivo.
Los condicionamientos de la vida diaria, las obligaciones, los límites sociales y culturales que ofician de pautas en el ser humano, obstaculizan de alguna manera la posibilidad de relacionarse con el otro y redescubrirse uno mismo. Desde la primera infancia hasta el final de sus días, el hombre está condicionado por reglas, convenciones, supuestos, mitos y tabúes que de alguna manera, construyen y determinan su estructura. La rutina y las obligaciones van escondiendo aquello que es tan esencial en el ser humano: comunicarse.
En estos encuentros, que se dan una vez al mes y con temáticas diferentes, el juego constituye la herramienta fundamental para recorrer ese camino hacia el interior de cada uno; imaginarse como alguien diferente o simular ser un niño, son algunas de las propuestas que se generan en un ámbito cálido y sin prejuicios. “Para socializarnos y trascender nuestro individualismo, para conectarme con el placer”, sostiene una de sus coordinadoras.




Permitirse jugar

Las técnicas que se utilizan en el taller vienen de distintas disciplinas, como el teatro, la danza, la música, el modelado de arcilla, el dibujo y la expresión corporal; en las que a través del juego y el placer inducen a descubrir en el participante otras maneras de ser y de hacer.
Este encuentro entre personas de distintos sectores sociales, diferentes edades y sexos, permite compartir con el otro y con uno mismo experiencias de aprendizaje que abren a la creatividad y la expresión espontánea de cada uno.
“No hay posibilidad de disfrutar sin soltarse. Permitirse jugar, sacarse un permiso para jugar. Este es un poco el espíritu de cada encuentro. Estamos acostumbrados a ser atravesados por lo doloroso, por lo que nos falta y no por la alegría. Este es un espacio fundamentalmente de exploración, para recuperar la curiosidad, donde creación e intercambio se van conjugando” cuenta Carla Nicola.






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