Los políticos hablan pero no dicen.
Los votantes votan pero no eligen.
Los medios de información desinforman.
Los centros de enseñanza enseñan a ignorar.
Los jueces condenan a las víctimas.
Los militares están en guerra contra sus compatriotas.
Los policías no combaten los crímenes, porque están ocupados en cometerlos.
Los bancarrotas se socializan, las ganancias se privatizan.
Es más libre el dinero que la gente.
La gente está al servicio de las cosas
Eduardo Galeano (“El Libro de los Abrazos”)
Hace alrededor de 10 años, algo empezaba a cambiar en la realidad de los pibes de la calle de Rosario.
Cansados de la discriminación, del abuso interno y externo, de la exclusión del propio sistema, de las injusticias de la justicia, muchos encontraron un lugar donde poder estar. Con la fuerza de ellos mismos y con la colaboración de gente de la Coordinadora de Trabajos Carcelarios (CTC), que ya venía trabajando temas de la niñez y la adolescencia, se organiza una marcha que se denominó “Marcha por los Chicos del Pueblo”, y a la cual fue invitado El Tomi (Tomás D`Espósito) un artista local que dibujó algunas pancartas. Él fue quien les contó el trabajo de una revista llamada “La Luciérnaga”, y fue en ese momento que empezó a soñarse con la posibilidad de un proyecto similar pero que llevaría el nombre: “El Angel de Lata”.
Después de un tiempo y con la ayuda de organizaciones como “Aire Libre" (Centro de Educación , Comunicación y Biblioteca Popular) y "La Vagancia", un grupo de jóvenes del Barrio Ludueña, en Julio del 2000 sale a la calle la primera publicación de la revista.
Según cuentan sus integrantes, Claudio “Pocho” Lepratti, tuvo mucho que ver en este proyecto, ya que el había bautizado con el nombre de “la Vagancia” al grupo de pibes que se juntaban en el barrio Ludueña para realizar distinto tipo de actividades culturales y recreativas, y fue quien tiró la idea de la revista y quien ayudó en los primeros números.
Luego de su asesinato el 19 de Diciembre de 2001, el barrio quedó vacío, pero fueron tantas las ganas de agradecerle su labor por los jóvenes, que hasta León Gieco le hizo una canción.
En la revista hay pibes de todos los barrios (Santa Lucia, San Francisquito, Ludueña, Las Flores, Alberdi, y muchos más) pero no tiene como única finalidad vender y ganar el poco dinero que les genera esta actividad, sino que se busca afianzar los vínculos familiares, de los chicos con sus padres, porque van todos juntos a trabajar.
Conjuntamente con las organizaciones antes nombradas, quien tuvo una gran participación en la revista, y la tiene aún, es el padre Edgardo Montaldo, padre por cura pero mucho más por sus décadas junto a los marginados de siempre en el barrio Ludueña, es como lo definen los que transitan los días con él, en el comedor que se encuentra en el corazón del barrio.
Aparte de contar las distintas situaciones de los barrios, la revista, como puede verse en su página web, realiza investigaciones como por el ejemplo el tema de la desnutrición, que tan cerca les pasa.
Hoy lo conocí a Alejandro, por medio de una amiga pude llegar a él y conocer las verdades de los chicos del Angel de Lata. Como también la de su mamá, Eva, una de las pocas mujeres que están desde el principio de la revista y que junto con sus hijos son los que hoy, mantienen en pie la venta.
Alejandro, oriundo del Chaco, me cuenta que es muy arduo el trabajo en la revista, ”porque no solo los acompañamos a los pibes a que vendan, sino que los ayudamos en los temas familiares, les damos el apoyo que no tienen en sus casas”. “Cuando vemos a alguno que esta drogándose o tomando por ahí, los invitamos a que participen en la revista”. Pero Alejandro reconoce que haría mucha falta una mejor organización en la revista. Poner más gente que se encargue de los puntos de venta, porque hay muchos que vienen los primeros días que sale y cuando después baja la venta no aparece más nadie. Y siempre quedan los mismos. Estaría bueno, cuenta Ale, que la gente logre una constancia.
Nuestro compañero de relatos se emociona al contar que los chicos le piden ayuda, y que a el les gusta ayudarlos y puede darles consejos porque el también fue un pibe de la calle, que paso lo mismo que ellos.
Los chicos de la revista se juntan todas las mañanas, ahora que hace calor, en la Plaza Pringles y empiezan a patear la calle. Muchos reconocen que la gente los trata mal en el centro, pero ellos no quieren que pase más eso y buscan ayuda para poder cambiar esa situación, y muchas veces recurren a Alejandro, quien siempre tiene una mano extendida para contener.
También cuentan con el apoyo de las personas que prestaron sus historias de vida para que los demás conozcan las otras realidades, como solemos llamarlas nosotros, que salieron publicadas en los distintos números de la larga vida que lleva el “Angel”
Es muy difícil pensar que en la era de los avances tecnológicos, de los adelantos culturales, haya gente que viva sin agua, sin luz, que el mismo sistema los vaya excluyendo. La sociedad actual, nosotros mismos, nos estamos volviendo cada vez más individualistas, preocupándonos por las cosas que tenemos, sin mirar que al lado nuestro hay un chico que esta tratando de vendernos, pero que sobre todo está tratando de contarnos esa realidad distinta a la que, por estar tan inmersos en nuestra realidad, no podemos llegar siquiera a imaginarnos.
“Estamos cansados que vengan a hacernos entrevistas de distintos lados y que nadie haga nada para cambiar esto, que vengan hablen y después desaparezcan como hacen los políticos”, nos dice Alejandro. Eso es lo que no podemos ver, que hay gente gritando por ayuda, por una mano que se extienda no sólo para comprarlos por un plato de comida.
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