martes, 7 de octubre de 2008

Recordando mis primeras lecturas



DIEGO MONTEJO

Mi locura por las aventuras comenzó a los siete años, es que de verlo a mi primo representar a los personajes de las historietas quise saber de donde el sacaba tanto argumento para poder jugar y hacer volar su imaginación. Siempre fui inquieto y curioso y como todo niño no me quise quedar afuera de las luchas de gladiadores o de la bondad de Patoruzito.
Llegaba el sábado y mi alegría aumentaba, vendría mi primo Flavio, con sus historias en papel, sus viejas revistas en donde siempre los buenos ganaban. Como olvidar El Tony, Nippur y otras tantas. Era para mí el mejor día de la semana, el día en que con Flavio y el abuelo íbamos a la revisteria de calle Mendoza a canjearlas por otras que no habíamos leído. La imagen de ese lugar me rememora mi niñez, es imposible olvidarlo, y es también imposible olvidar a su dueño, un hombre mayor que conocía todos los títulos en libros y revistas. Era esa librería en donde el olor a papel viejo se fusionaba con la humedad, de las que ya casi no existen. Siempre sonaba Gardel en un añoso tocadiscos y recuerdo que mi abuelo un acérrimo seguidor del Zorzal solía hacer comentarios sobre esos tangos con el encargado del local.
La librería y revisteria era enorme, en la parte delantera se encontraban las revistas de Patoruzu, Lupin, Isidoro, Condorito, Tony y muchas, que eran donde Flavio y yo arrasábamos. Aunque en reiteradas ocasiones me provocaba curiosidad ira hacia la parte de atrás en donde se encontraban las novelas, los libros de política, medicina y otras tantas lecturas.

No hubo sábado que faltáramos al ritual aunque lloviese nos cubríamos con pilotos y emprendíamos el camino, nos gustaba tanto la lectura que era como un juego ir en busca de nuestro tesoro los libros y revistas de aventuras que volaban nuestra imaginación. Éramos niños felices llenos de sueños, creíamos en el bien y sabíamos lo que estaba mal, los libros nos enseñaban de la vida y nos iban haciendo hombres a cada paso. Muchas vivencias se rememoran cuando hoy siendo un adulto recuerdo mis primeros libros y revistas en donde me sentí príncipe, pirata, explorador y viaje por varios lugares en una alfombra mágica

Este fue mi principio con la lectura y los sábados siguen siendo los días mas alegres en mi vida de adulto. Flavio ya no viene a buscarme para ir a canjear libros y revistas, pero el la espesura de la tarde suelo tomar un libro y recordar cuando el venia y con el abuelo recorríamos las cuatro cuadras hasta la avenida para ir a cumplir nuestro deseo meternos en el fascínate mundo de la lectura

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